lunes, 7 de septiembre de 2009

EL BUEN USO DE LA IGNORANCIA.




Temporada electoral, tiempo de ofertas, promesas. Discursos mesiánicos que aseguran la salvación y la solución a cualquier problema. Sumergido en este contexto, surge una gran interrogante ¿Cuanto tiempo necesita un ser humano para recorrer un país y darse cuenta de las necesidades que hay? Necesidades que están presentes desde hace años. Necesidades que con un recorrido corto por cualquier población de nuestro país, saltan a la vista sin mucho esfuerzo. Y no hace falta esfuerzo porque la falta de servicios es tan evidente como la falta de conciencia de los usuarios. Falta de conciencia que les ha llevado a plagar de escombros el lugar donde habitan, mostrando la desasistencia en la que viven causada por la desidia de quienes han tenido la fortuna de conducir este maravilloso país.
Resulta impresionante constatar como los gobernantes de turno, quienes dicen ser los encargados de distribuir la riqueza de manera equitativa, en cambio emplean esa riqueza en erigir monumentos fatuos, con la finalidad de marcar territorio y hacer alarde de su presencia. Esto, sin considerar la miseria que tienen a su alrededor, ignorando por completo el abandono en el que viven los pobladores carentes de los servicios básicos necesarios para satisfacer las necesidades de cualquier ser humano.
La decadencia es tal, que esas personas sumidas en una triste ignorancia; sostenida a través del tiempo; son usadas para fines personalistas como juguete de estos “líderes” que lo único que persiguen es perpetuarse en el poder como dioses.
Esto definitivamente es buen uso de la ignorancia.
Es una asociación establecida de manera arbitraria donde tanto el gobernante de turno como el que aspira a serlo hace un diagnóstico de la necesidad emocional de quienes gobierna o aspira a gobernar y se monta en esa plataforma para hacer solo lo que un gobernante ignorante puede hacer: nada.
Así comienza el derroche de ideas para crear quimeras, más no para impulsar proyectos que produzcan un desarrollo sustentable en el tiempo. Le sigue la colocación de personas al frente de los organismos que van ejecutar las quimeras. Estos procuran hacer una inauguración bien pomposa, colocan un aviso grande y realizan la obra modelo que se va publicitar en los medios de comunicación. Finalmente esta la gente, el pueblo. Estos son incluidos en los planes para que hagan bulto en los actos públicos, se les convence de lo bien que están viviendo y como muestra se les regala una imagen gigantesca para que la adoren.
Pese a esto nadie contempla un plan de educación. Educación ligada a una preparación intelectual y al desarrollo de talentos, que en este país sobran.
Y cabe preguntarse entonces ¿Como es que la gente sigue una y otra vez entregando el poder para que les usen?
Hay muchas respuestas posibles, pero todas convergen en una: Ignorancia. No en vano decía Bolívar que “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”

S.H. César L Nahmens.