martes, 29 de septiembre de 2009

¿Es el hombre un espíritu encarnado o espíritu corporeizado?




Mucho se ha dicho con respecto al hombre, pero lo que si debe ser obligatorio es tratar de comprender y explicar la totalidad del mismo en cuerpo-mente y alma, con todas las interrelaciones que ello conlleva y para lo cual comenzaremos con documentarnos al respecto. Nos encontramos con dos teorías a conocer: La teoría evolucionista y la teoría creacionista. Estas integrantes de lo que es la dimensión corpórea, incluyendo además el cuerpo como expresión, presencia, lenguaje, instrumentalidad y finitud.
Uno de los precursores de la teoría evolutiva es Charles Robert Darwin; su teoría está basada en dos hipótesis: La primera es el mecanismo de la variación y la segunda el mecanismo de la selección natural, teniendo claro que no había constatado existencia de mutación humana. Darwin estaba convencido de que había un mecanismo de producción de diferencia entre los individuos; después de luchar con hipótesis contrarias a la del neodarwinismo, sostuvo que la selección natural es el mecanismo fundamental de la evolución.
Se manifiestan otras hipótesis como la de Mathew, donde hace énfasis en que los organismos vivos producen más cantidad de individuos, pero eso sí, ninguno igual y con características claras para su manutención y supervivencia, haciendo esto una característica clave de supervivencia y competitividad.
El punto es no llegar a ciencia cierta a explicar la teoría biológica evolutiva. Luego aparece la teoría sintética en 1940, (Theodosius Dobzshannsky, Julian Huxley, Simpson). La genética molecular y una serie de recombinaciones genéticas y selecciones que actúan como filtros e indicadores, que conjuntamente con evidencias paleontológicas confirmaban que la evolución era un proceso gradual, que podía ser guiado por la selección natural.
El creacionismo en cambio, nos habla como doctrina religiosa que cada alma es creada por Dios, de forma directa e inmediata, donde el hombre se diferencia del animal porque puede adoptar posturas frente a si mismo y ante los demás, donde el hombre es pensamiento, lenguaje, fantasías, frustraciones; es un todo.
Lo que hace fundamentar que al hombre en su ubicación, se debe tipificar su corporalidad como ser humano, hombre produciendo por si mismo condiciones necesarias para el mantenimiento de su propia vida, movimiento, reglas, acciones, y un cúmulo de reflexiones filosóficas de experiencias concretas donde la existencia del cuerpo-sujeto, representa una fusión radical entre mi mismo cuerpo y mi yo. Mientras el cuerpo sujeto funciona como instrumento por medio del cual puedo emplear otros objetos.
No es fácil la comprensión de esto, pero en la práctica cotidiana de la vida se debe entender que en una comunidad de experiencias, son estas las que nos unen a otros como un ser psíquico y espiritual; cuya formación y desarrollo no depende solo de lo genético sino también de la sociedad y la cultura. A esto se debe agregar el estudio de la dimensión psicológica, representada por el conocimiento, la subjetividad humana, instinto, pasión, razón y libertad de acción.
Esto nos aporta la plena relación de cómo el ser humano puede poseer una relación entre el objeto y el sujeto. Él diferencia entre el conocer y el saber. Conocimiento científico donde su característica principal es el conocimiento racional, metódico, objetivo, verificable y sistemático formulado en leyes teórico-prácticas que logran hacer al hombre un todo lleno de especialidades históricas, que en cada uno es segmentado de una manera clara.
Para la comprensión de la dimensión intersubjetiva , nos internamos en un encuentro histórico y social, donde hay estudiosos como Platón que vio al cosmos como un animal perfecto y Aristóteles, que vio al hombre como un animal social. El cristianismo, donde el hombre constituye siempre una realidad emergente de la nada. La soliaridad que da importancia histórica y metafísica al hombre individual. Todo ello basado en la comprensión intersubjetiva de un mundo construido por el hombre, sociedades, cultura, que nos induce a concluir y hacernos una pregunta: “Pensar el sujeto desde la mirada del otro que me considera como el objeto”. Será mi centro realmente mío o mi centro será de otro ?.

César L Nahmens

Septiembre 2009.