domingo, 15 de octubre de 2017

EL VOTO,LA BOTA.



Desde muy temprano fui a ejercer el acto cívico que como ciudadano, aun con sus complejidades actuales, se realiza para expresar la opinión electoral, el voto, lugar?.. lo que queda del histórico liceo Pedro Gual en la avenida Bolívar norte de Valencia.


Han pasado ya 31 años ,recuerdo que como alumno, recibí una educación con alto nivel de valores y conocimientos que para la época existía, una plantilla de profesores de primera línea –cuantos no deseaban tener un cupo para estudiar en este liceo – Atrás quedo ese recinto que poseía uno de los más sofisticados laboratorios de física y química, espacios verdes, sin contar entre otras cosas, el comedor, que en horas del mediodía, por su comida balanceada, llenaba de vida a todos nuestro cuerpo cada día,  – era el número cinco de la lista para comer- y luego seguir con nuestros estudios. Antes se estudiaba todo el día, y hasta los momentos ninguno de mis compañeros está loco o fuera de sí, por haberlo hecho, tal y como pretenden muchos gobernantes o ministros de educación hacer ver, solo para justificar su ignorancia y corrupción mental… Liceo que hasta teatro tiene - cuantas actividades internas disfrute- sin embargo hoy lo que queda son las paredes y columnas que demarcan su estructura. Al caminar por los pasillos en la búsqueda del salón asignado para votar, se puede observar el grado de deterioro físico y mental reinante en el sitio, es tan extraño todo, grafitos oscuros, reseñas y consignas que solo invitan al odio, a la paz (Incongruente), mensajes de los que para algunos es un “Dios y libertador “ el CHE, las zonas que fungían de seccionales en la época, son depósitos de escombros, las puertas de toda la vida indican su tristeza por la ausencia de mantenimiento, los grandes ventanales solo quedan los marcos (no quiero saber el estado de los baños) en fin, no logro entender el uso actual de la institución que alguna vez fue espacio para el estudio y el saber, me cuesta creer que allí se estudie algo coherente y pido disculpas si estoy errado, pero tal como me lo dijo mi hijo mayor, “Papá es tan oscuro esto, es ver la zona no turística de Cuba”, saquen sus propias conclusiones. Después de lograr el objetivo, me desplazo a la salida del edificio parte posterior y así esperar a mi hijo para una vez más decirle, César, en tu mente queda que has ejercido una acción ciudadana, mientras tanto, por mi mente pasaban tantos bellos recuerdos del lugar, en eso me enfoque, comprendí que me toca mucho por aportar para la recuperación de la ciudad, de sus espacios, su gente, momento para devolver lo aprendido y entregarlo a quienes no han podido recibirlo, por las razones que sea, con pasión, valores y respeto, pensamiento que se ratifica al levantar la mirada y ver a un señor muy alto, con sombrero para tapar el sol inclemente, de edad avanzada pero erguido, llevaba a su mano a otra señora, un poco mayor que él, poco a poco se acercaban a las escaleras para descender y salir del recinto, con ese caminar pausado me fue suficiente para decirme, eso es ejemplo de voluntad, sí señor- me dije una y otra vez- no puedo negar mi admiración de las personas y el momento, al ver que llegaron al primer escalón, no vacile en dirigirme de inmediato para ayudar, eso me lo enseñaron mis padres, ayudar a los mayores en todo momento-todos vamos en esa vía- ,de pronto, mi sorpresa, esas personas que fui ayudar eran, el Dr. Gottfried Romuald Rybak uno de nuestros ilustres médicos Venezolanos y su mamá si no me equivoco… Doctor, permítame ayudarle...su respuesta con voz ronca y firme, gracias.. gracias que no se hicieron esperar varias veces de su parte por el gesto, lo que no sabe él, es que este servidor, le agradecerá por siempre su ejemplo, constancia, profesionalidad, orientación que muchas veces me indicó cuando apenas tenía 16 años y ya como paramédico en Ambulancia Privadas de Valencia, me ayudaran a seguir adelante en el ejercicio de tan importante profesión como lo es la Salud.

Llegó mi hijo, momento de partir, gracias a ti por leerme y yo feliz de poder seguir….

Recuerda!… Amar es la única salida…

El Creador bendiga Venezuela.


César L Nahmens.

sábado, 5 de agosto de 2017

martes, 27 de junio de 2017

Día del Periodista

Desde muy temprano a los Periodistas nos recuerdan por todos lados que hoy es nuestro día, siento que es una fecha en el calendario que nos da una pausa activa, porque conscientes somos que es cada día, momento, minuto, creadores de ese borrador que luego se convierte en información para todos, es una responsabilidad. Hoy iniciamos con una misa tal cual convoco nuestro gremio Carabobeño, como lo indico el Padre a cargo, para mantener ese punto de equilibrio entre el SER y lo Humano, una reunión hermosa no cabe dudas, me sentí pleno y orgulloso,fue a mi manera, junto a todos con respeto un momento para elevar deseos y bendecir los días por venir en toda Venezuela. Una mañana envuelta en emociones y expectativas, salimos a recorrer en caravana la ciudad, el único propósito, unirnos a ese reclamo general de libertad de expresión, progreso, hermandad, dejando claro en el recorrido, que somos Periodistas y no Terroristas como lamentablemente hace ver una parcialidad. Plaza de Periodista de Valencia. Venezuela nos reclama e invita ser mejores ciudadanos, que entendamos el momento histórico en el que estamos, un momento donde todos somos hermanos y es entre TODOS que lograremos el cambio. Doy gracias a mis colegas por la oportunidad. A ti que me lees...Gracias. Dios, Alá, Mahoma, Buda, Krishna, Jesús, en quien tu creas, no importa, habla con él a tu manera, dile que somos alumnos,que cometemos errores y aciertos, pero que es fundamental mantener el faro de luz de la LIBERTAD. Bendigo a Venezuela, Carabobo, Valencia, la humanidad. César L Nahmens 27- 06 -2017

domingo, 21 de mayo de 2017

sábado, 29 de abril de 2017

YO , AQUÍ REFLEXIONANDO......



Toda la Comunidad Internacional hablando del desastre Venezolano, por radio, tv, redes sociales - ya leo van a decir son pagados por la CIA, los extraterrestres, terroristas , etc, bla bla...paja -permitanme el término- los de afuera están más informados que nosotros, increíble..... mientras aquí, programas como el Chavo, comiquitas, payasos, musicales, sin contar los programas tradicionales impuesto por el gobierno, más las cadenas que lejos de educar y orientar, lo que hacen es alborotar, es el pan nuestro de cada día. .No informan nada....Que momento Venezuela, donde tus hijos dueños de medios de comunicación que se dicen "'independientes"' o "'Privados"' te dejan sola, no les importa una realidad, muertes, maltratos, carencia, delincuencia, NADA!, todo por un espectro que de paso a ellos no les pertenece, solo, lo que a costilla de tanto talento profesional, muchos de ellos amordazados, no solo por la palabra, sino por el quince y ultimo necesario, hacen que sobrevivan al escenario.... es complejo ,entiendo, su interés es netamente económico, salvando algunos pocos ... claro!... apuestan a un futuro que de por sí ya está negociado , que precisamente no es para beneficio de todo el conglomerado...Que les pasa? a donde quedo la esencia de Ser-Humano?...Ahora, más complejo es tratar de entender tanto maquiavelismo y laboratorio de estrategias para el mal, solo para alimentar esa sed de rencor y odio a los demás...acompañados de lo que para mí son peores, los POLÍTICOS, a mi parecer los más interesados en este caos desproporcional, la idea, beneficio propio, más que comprobado, o no?.

Yo seguiré creyendo en la inteligencia y sobrante viveza del Venezolano, ya he visto vídeos , comentarios, que indican que se están dando cuenta de la manipulación de algunos bandos...más temprano que tarde . .ese Venezolano...hablará CLARO.

P.D. NOOOO! estoy de acuerdo con saqueos, destrucción de bienes públicos, ni nada que tenga que ver con violencia....Lo siento... tampoco con el silencio y mas aún si es cómplice...SEGUIRÉ ESCRIBIENDO.... EVALUANDO....INFORMANDO.


César L. Nahmens.

viernes, 24 de marzo de 2017

¿Me compra uno, señor?

Así me recibe un niño moreno de aproximadamente 10 años, vistiendo franela y shorts  impecablemente limpios pero desgastados, con una bandeja más golpeada que perolita de loco (como dice el refrán), que contenía jalea de mango en vasitos pequeños.
Eran las  8 am y como es costumbre, paso por la panadería a tomar café antes de subir a la oficina y tengo este contacto singular que me invita a deleitarme con ese manjar característico en esta época del año en nuestro país Venezuela. Mirada inocente por parte del vendedor, mi respuesta no se hizo esperar: "ahora no, gracias"; respuesta casi automática que solemos dar por aquello de lo cotidiano de la vida a la hora de no querer algo que no forme parte de tu necesidad del momento. Café era mi antojo, lo curioso del caso era observar al niño que con mucho respeto se quedó cerca, pensativo, como sacando una cuenta, no imagino de qué, pero llamó mi atención. En ese instante, mi impulso fue interrumpir su iluminación y preguntarle cuanto costaba el vasito, a lo que diligente respondió: “doscientos bolívares, señor”; respuesta firme y convencido de la calidad del mismo. No tenía que explicar más, su expresión y lenguaje corporal lo decía, orgulloso estaba de lo que ofrecía.
Llega mi café y mi satisfacción era total, sólo que algo me mantenía conectado a ese ser que de la misma forma ofrecía a los presentes su producto con la misma educación, pero con los mismos resultados: nadie le compraba.
Lo vuelvo a llamar – creo a la tercera era la vencida – saco doscientos bolívares de mi cartera y le digo: “toma, aquí tienes, te compro uno y te lo regalo a ti”. En ese instante, su mirada se ilumina, las gracias nuevamente se hacen presente, de inmediato rememoró lo que representa poder comer del mismo producto que ofrece sin interferir con los resultados de la ganancia del día y lo fuerte que es salir a vender controlando el deseo de comerte el producto; más aún cuando lo cotidiano en ese nivel es que el desayuno será efectivo cuando has podido vender cierto número de vasitos, si acaso.
Continúo disfrutando de mi café y por curiosidad le pregunto al niño, con la suspicacia característica de todo adulto y  profesional del periodismo que ha visto cómo los niños en el país son explotados por algunos con la única satisfacción de lucrarse y vivir a costillas de ellos, el quién le hacia la jalea. Él respondió:
– Señor, la hacemos mi mamá y yo.
 Respuesta que me invitó a no preguntar más y dedicar mi atención al café, cosa que no pude lograr porque era inevitable mi admiración por el niño que me hacía rememorar la época cuando, al igual que él con educación, salía a vender cuanto podía. Entiendo hoy día que era para reafirmar mi capacidad de vendedor temprana, mas no por necesidad, ya que a esa edad mis padres eran los encargados de las mismas.
Todo transcurría con normalidad, seguía observado al vendedor que aprovechaba el flujo de personas que entraba a la panadería, su experiencia – me imagino – le decía: aquí las probabilidades son altas para mi venta, estrategia que como mercadólogo apoyaba. Mi mente decía: es lo correcto, así lo va lograr. De pronto, hace un respiro y le pregunta al dueño de la panadería: “¿Cuánto vale?”, señalando un pan que está relleno con queso y dulce (Quesadilla). Le responden: “dos mil cuatrocientos”; él pregunta: “¿Y el cachito?”, “mil cuatrocientos”. Su mirada y expresión eran un poema, su suspiro profundo lo dijo todo: un artículo inalcanzable para él. En ese instante mi reacción fue hacérselo alcanzable. Le digo a mi amigo Adelino: “por favor, dale el cachito”.
 Decir eso y ver el brillo de los ojos del niño no tiene precio, un momento donde todo se paralizó y las mezclas de emociones de los involucrados era evidente. Unas señas que al momento con sus manos me hacía el amigo, algo oculto con sus manos que no entendía era lo único que prevalecía fuera de las emociones; luego las entendí, me corrobora que, a título personal, hasta esa hora ya él había obsequiado cuatro cachitos a los más necesitados. Un comentario que terminó de reafirmarme la calidad de persona que es y de la que quiero seguir teniendo a mi alrededor. Personas que aman, que sin importar qué, le dan más valor a la gratitud y prosperidad que al pensamiento limitante de que algo faltará.
El niño disfruta su cachito y vuelve a interrumpir, esta vez para darle las gracias a mi amigo, quien le orienta y dice, al señor que fue quien se lo compró. Créanme que al niño no le importó, nos demostró el cómo vivir en el agradecimiento dando las gracias a todos, despidiéndose así con semejante demostración de educación, un poco rara en estos días. Sin embargo, vuelve el periodista a indagar, ya con la sangre de papá: “hijo, ¿De dónde eres?”, a lo que con orgullo y pecho erguido responde: 

De Plaza de Toros, señor”.

No digo más.

Lic. César López Nahmens